Carolina Mariaca Andrade 1º Bach C-A

Ya eran las dos de la tarde  y aún no había salido de casa, me vestí con lo primero que pillé y salí corriendo por la puerta. Al salir a la calle el brillo del sol me cegó, en el cielo no se distinguía ni una sola nube y soplaba una suave brisa fresca, -se acerca el otoño-, pensé.  Tenía que disfrutar de los pocos días de verano que quedaban. Había quedado con Martín y Mary a las dos y media, el metro tardaría mucho, me giré hacia el reloj que se encontraba cerca y vi la hora,  ¡ya eran las dos y cuarto!

Después de un cálculo rápido, mi absurda mente llegó a la conclusión de que tardaría menos si me fuese a pie, más tarde me di cuenta que es bastante difícil recorrer media valencia en 15 minutos, ver pasar a alguien corriendo por la plaza de la Virgen espantando a las palomas como un desesperado no tiene precio, pero hacerlo tú mismo, sí lo tiene, un precio llamado vergüenza, ¿de dónde salían tantas palomas? Empiezo a pensar que Matt tiene razón, las palomas dominarán el mundo.

Salí a la estación de tren y entré en un río de gente increíble, llegaba a ser agobiante, tardé cinco minutos en salir de la estación, ya eran las dos y veinte. Me paré un momento a pensar, ¿Renfe-Ciudad de las Artes y Ciencia en 10 minutos a pie? Me reí por no llorar.

Cogí el primer autobús que pillé que fuera hacia allí. El autobús me dejó a dos calles, me paré a mirar “la cuidad” era increíble, llevaba casi toda mi vida en Valencia y esa obra arquitectónica no dejaba de quitarme el aliento.

A lo lejos vi a Martín y Mary, él levantó la mano para señalarme su posición. Salí corriendo hacia ellos, ya eran las tres menos diez, no estaba tan mal.

Aún quedaba unas cuantas semanas de verano y mucho por visitar de Valencia, me alegro de vivir aquí.

Carolina Mariaca Andrade

1º Bachiller Científico-Artístico

2011-2012

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