Micro-relatos eróticos. Lidia Pina

Micro relatos eróticos:
– Te viste la luz:
A veces te viste la luz, y te sigue, y delimita tus contornos. Te acaricia como si fueran mis dedos. Y yo observo. Te miro desde cualquier espacio mientras te vistes de destellos. La luz se refleja en tus rincones y tus ojos ríen. Me rindo ante la luz que desprende tu sexo y quiero entrar en él, para no ver ninguna oscuridad. Nunca más.
– Segundo y Siglo:
Eres a veces segundo y a veces siglo. Tu piel es eterna y breve, pues por breve que mis dedos te recorran, interminable parece. Son tus labios principio, recorriendo mi sexo y al tiempo final donde descansan los míos. Estas hecha de momentos mientras te mueves, y el tiempo se para por no perderte. Eres cuadro de horizontes para abarcar deseo, y foto de carnet por si quiero guardarte en mi cartera.
– Besándote:
Tus ojos están ciegos bajo el pañuelo anudado a tu cabeza. Sin saber muy bien que esperar, esperas. Uno de mis dedos se pasea despacio, recorriendo el borde de tu sexo, como si fuera la primera vez y quisiera aprenderme su contorno. Sus cuatro compañeros no le dejan ser único y envidiosos se unen a sus caricias, con lo que toda mi mano te envuelve suave pero firmemente.
– Muriendo hacia la vida:
Su corazón se iba parando poco a poco. El sonido del llanto, esculpía aquellas figuras que se desvanecían a cada latir. Un sentimiento de paz invadía su cuerpo. Y la oscuridad inundó sus pensamientos. Pero surgieron imágenes. Imágenes en las que él se reconocía. De pequeño…de adolescente… de adulto… de anciano… ¿por qué sucedía esto? Sí…ahora lo entiendo… ¡Mis recuerdos se están borrando! Pero… ¿por qué? Unas voces se filtraban en la penumbra de aquella estancia. ¡Las reconozco! Una luz que deslumbraba sus ojos fue adueñándose del lugar. Sentía que lo llamaban. Debía ir hacia la luz… El temor no impedía que su cuerpo fuese arrastrado hacia ella. De nuevo…Unas figuras se dibujaban desvanecidas. Unos pequeños objetos giran sobre él acompañados de un bonito sonido. No consigo alcanzarlos para ver qué son. Esas voces las conozco… ¡y me sonríen! Sí… ¡son papá y mamá!

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